UPDATE: ¡Enhorabuena por ese Premio Chef Millesimé 2012 Francis! Está claro que 2012 es tu año (y el de tu ciudad).
Este año, por distintas razones de trabajo, hemos ido más de una vez a Zaragoza, y la última vez, llegando desde Bilbao el marzo pasado, aprovechamos para parar un par de días en La Rioja. No nos suele pillar a mano – nuestro eje es más el Noroeste/Suroeste – y era la excusa perfecta para parar en Ezcaray. Al Echaurren le tengo ganas desde que Alex e Itxaso, allá por el 2000 en Madrid, me contaban de este sitio donde paraban a comer camino a Donosti. Tanta ganas le tenía, que en una semana comí dos veces chez Francis Paniego: esta vez en Ezcaray, y a la semana siguiente en el restaurante del hotel Marqués de Riscal.
Con Francis Paniego habíamos coincidido por media España, excepto en su propio restaurante. Me hubiera gustado ir con más tiempo, poderme quedar en el hotel, pero la agenda estaba apretada y teníamos que pasar la noche en Logroño. Poco mal, tuvimos un tour express de todas las instalaciones (arriba, las cocinas, que sirven al Echaurren más tradicional y al Portal de Echaurren), Papá Paniego incluído, que estaba leyendo tranquilamente el periódico en una de las salas de entrada.
Para ver el plato-a-plato, leed el post de Jorge. Hicimos el menú largo (pagando el menú corto, es lo bonito de conocer a los cocineros), y me gustó mucho. Siempre valoro en un restaurante la sencilleza (real o aparente, me da igual) y que lo que como sea algo que sólo puedo comer ahí. Ver además que en muchos platos las verduras eran protagonistas cuanto o más que la carne o el pescado me supo a gloria. Soy una omnívora empedernida – y con esto quiero decir que cereales y verduras tienen igual importancia que canre+pescado. Mi ideal, un 50% de cereales e hidratos, un 30% de verduras y un 20% de proteinas. Pero me voy por las ramas. (Además de omnívora soy muy poco coherente, y el plato que más me gustó fue este Rabo de cordero glaseado.)
La experiencia del vino fue especial. Y no porque estuviéramos en La Rioja, que podría ser, pero no. Quien nos atendió en sala fue Chefe, hermano de Francis, y no podría haber estado mejor. La atención justa, ni poca ni demasiada. El vino, presentado bien, por lo menos por mi gusto: no una larga lista de datos (para mi áridos), sino una recomendación personal y razonada de por qué elegir ese vino. Parece sencillo, pero hay sumilleres muy apreciados que no son capaces de hacerlo. Además, pude conocer una carta de vinos muy particular, donde los vinos están organizados por enólogo, no por D.O. o por bodega. Un concepto distinto, muy útil y que da más voz al trabajo de quienes los vinos los crean.
Para terminar, un detalle de una de las habitaciones. Habrá que encontrar otra excusa para hacernos los 700km hasta Ezcaray.
